lunes, 19 de enero de 2009

TERAPIA

Terapia o mucho más, con decir mucho menos, es esto que hallo en un sinfín de adjetivos que atraviesan mi pensar, amontonándose sin lograr el mal aventurado cometido, que borre tu imagen en un pausar eterno de mi mente.
Si escribirte sin ser leída calma mis temblorosos latidos, de seguro besar el néctar de tus labios me invitaría a la más inmensa demencia, incontrolablemente deseada por la psique que me aqueja desde que no tengo tus manos sobre mi piel. Anhelada locura, desdichada calma. Calma, desdichada, ten calma.
Millar de páginas desnudas de versos frente a mí, expectantes de mis pasiones, mis desenfrenos, mis profundas esperanzas de encontrarte nuevamente, de tenerte sin segundos, sin tiempos, maldito el tiempo. Maldigo, ese maldito tiempo, que sin avisos me dejó flotando, creyendo, anhelando, un segundo más, Dios, tan sólo uno.
Pido sólo aquello, que estas mis confidentes más intimas intercedan ante el universo, que conspira según quien más sabio que ésta que escribe un sinsentido, a la espera de un milagro, de magia, de brujería, de Dios mediante, de algo más que el vertiginoso dejo de un mero deseo. Sólo eso, un deseo. Te deseo.
Blanca terapia, blanca agonía, que permite desagotar este vacío, esta carencia de tu roce que me agobia, que me asedia hasta elevar el último pensamiento de mi mente hacia tus labios de nuevo, la imagen de tu boca. Por dios, esa boca.
Me descubren una vez más, desnuda, quizá hasta más que su dejo de blancura, sin otra ropa que sostenga mi tacto más que la de tu piel que sigue tocándome como si estuvieras aquí, escribiendo sobre este papel conmigo. Me descubren digo, pues yo no me descubro, miedos me acongojan hasta de mis propias palabras, no me resulta posible abandonarme a este sentir tan apremiante, temo de mi propio corazón, mis latidos mienten, esto no es amor. No, no es amor, no puede serlo, es sólo mi pensamiento desparramándose inconteniblemente de tintas y acentos, con el imperturbable fin de acallar el zumbido que retumba en mis oídos, susurrando tu nombre, repitiendo tus palabras, percibiendo por última vez, mis latidos. Mis últimos latidos. No es amor, no puede ser amor.
Es sólo mi terapia. Sólo eso, si. Sólo eso.

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