domingo, 20 de diciembre de 2009

Enceguecedora bolita de papel

El café está frío y me estoy quedando sin cigarrillos. En alguna parte del mundo, en este momento, en este preciso segundo, está amaneciendo, y yo me pregunto en dónde. Una pareja se está conociendo, otra besando, alguna otra está teniendo sexo increíble y otra, esta evitando tenerlo. Yo estoy pensando en la noche en que nos conocimos, la noche en la que nos besamos, la noche en la que tuvimos sexo increíble – Si, está bien, es la misma noche para todo -, y la noche en la que las excusas fueron más fuertes que las ganas. Claro, tus excusas y mis ganas. Estoy pensando en cuántas veces más se repetirá la misma historia, con otros protagonistas, en cuántas veces mis ganas desaparecieron sin decir adónde iban, en cuántas excusas habré escuchado. En que no creo en la suerte, en el karma, en el destino o en la fortuna, pero decididamente alguno de ellos está en mi contra. Sino, ¿Cómo se explica que esté tomando café frío y no quede un cigarrillo en 7Km a la redonda? ¿Cómo se explica que esté pensando en tus manos mientras acarician el cuello de otra mujer?
Quizá sea que he leído demasiado ya. No tolero que le llamen escribir a poner una palabra delante – o detrás – de otra. Las palabras también pueden decir nada. El símbolo es símbolo en tanto represente y tenga un sentido. Por eso nunca me gustaron los Cronopios. ¿Qué demonios es un cronopio? “La noche es espejada, la enceguecedora bolita de papel que se arrastra entre tus manos se duerme al unísono de los claveles”. Es una palabra detrás de otra. Se lleva un Nobel, y yo sigo tomando café frío y rezándole a cualquier ser que esté vagando por el éter que me traiga un cigarrillo. Y pensando en lo estúpida que es la dueña de ese cuello por caer en tus brazos. Ya verá, ya verá lo implacables que son tus excusas y lo rápido que se fugan tus ganas detrás de otro cuello. Y entonces quizá, habrá en alguna parte del mundo, una pareja que se está conociendo, otra besando, alguna otra que está teniendo sexo increíble y otra, que esta evitando tenerlo, además de dos tazas de café frío y dos mujeres con incontrolables deseos de fumar. La buena noticia es que en algún lado, siempre amanecerá, aunque sólo sepa dónde, cuando suceda en mis narices.

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