martes, 22 de diciembre de 2009

21 de Diciembre de 2009

¿Tendremos miedo de estar juntos? ¿Será pánico, terror, parálisis? Rechazo. Nos odiamos por ser libres y podernos poseer. No deseamos poseernos, sólo nos buscamos cuando somos imposibles. Cuando somos incorrectos, cuando somos inmorales, cuando él está comprometido, cuando yo voy un poco más allá que el resto de las mujeres, sólo por el placer de satisfacerlo. Por el placer de poder volverlo loco. Nos deseamos por que nos permitimos todo, cuando todo lo demás nos prohíbe todo. Ambos sabemos que no hay deseo sin libertad. Pero cuando él es libre y yo soy libre, hay fuerzas que nos repelen, con la misma intensidad con la que nos necesitábamos antes. Dos imanes, idénticos, que atraen todo lo demás mientras se rechazan entre sí. Demasiada energía concentrada. Explotamos. O mejor dicho, él explota, yo implosiono. Él lo sabe y yo lo sé, nos vemos, nos entendemos, aún cuando lo intentemos esconder, aún cuando juguemos a querernos.
No pasó mucho tiempo desde que nos buscábamos el uno al otro, provocándonos, hincando los dientes en los límites. La necesidad de su piel me quemaba como una yaga en carne viva. Deseaba tanto que fuese libre, deseaba tanto poseerlo, quería sus pensamientos, sus noches y su cuerpo, lo quería todo. Podría tenerlo todo ahora, si lo intentara, pero me repliego en mi caverna como una sombra y desaparezco. Soy yo quien tiene temor. Le temo, le amo y le huyo. Es el único hombre a quien podría entregarle la vida, si el lo exigiera. Pero me niego a entregarle todo, porque no lo quiere todo, no de mi, no de nadie, y yo lo sé. Alimentarse de mí, fagocitarme, mientras eso le brinde un escape, una válvula, una salida, mientras tenga de dónde escapar, de qué o de quién. Sólo siente su libertad cuando intentan atraparlo, sólo entonces es cuando despliega las alas y vuela, aunque sea por tan sólo un momento, para sentir el golpe del viento en la cara, llenar sus pulmones, vivir. Si pudiera poseerme por completo, y lo puede, no lo haría. Se justificaría en un sin fin de pretextos altruistas e iría a parar a los brazos de otro fracaso. Conmigo no fracasaría, y odia tener éxito, detesta que lo amen. Yo, en cambio, tengo mucho más que perder: mi juventud. Y yo amo, amo con cada fibra de mi persona. Quizá por eso me alejo, temo no poder evitar darme toda y perderlo todo, todo lo que tengo, lo único que tengo. A mí misma. Ya perdí suficiente: mis pensamientos le pertenecen, mis fantasías le pertenecen, mis orgasmos le pertenecen. Todo lo demás lo voy a proteger.

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