miércoles, 5 de agosto de 2009

LEE EL, LE A EL.

Cuando miran en sus ojos y logran ver la totalidad de las cosas,

Entre copa y copa la eternidad le acompaña, aunque no dure para siempre.

Cuando evocarle oprime los pulmones, las vértebras y las neuronas,

Una fotografía le zambulle en el pasado y le quiebra.

Cuando los dedos buscan en la almohada ya vacía, el calor de los cuerpos

La nada se llena de todo y las manos de recuerdos.

Cuando una sonrisa colada en un sueño, le despierta sigilosa

Y le abandona a la luz de un día nuevo, un día más, otro día.

Cuando late, cuando camina, cuando observa, cuando lee, cuando aprende,

Le extrañan, le piensan, le sienten.

Cuando aman su descendencia, su creación, su pensamiento, tanto o más,

Que el cuerpo, la sangre y el estigma, le endulzan, le acarician su verdad.

Cuando enseña, cuando ríe, cuando canta, cuando abraza, cuando gime,

Le miran desde una oscuridad impoluta, absurda, profunda.

Cuando su carne forma parte de la carne toda, cuando su alma desanda el camino,

Le protegen en el pensamiento, le envuelven en un nido de nubes.

Cuando se pierde, cuando pena, cuando divaga, cuando nace, cuando muere,

Le adentran en historias maravillosas, le plasman en una hoja en blanco.

Le aman en silencio.

Y le inmortalizan.

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